- ¿En verdad queríamos un nuevo poder judicial?
- Candidatos y candidatas al estilo de “Juan Camaney”
Tal como sucede en los procesos político electorales donde de alguna manera elegimos a nuestros gobernantes, sea para presidente, gobernadores u alcaldes, ahora en el presente año, de manera inédita, viviremos por primera vez las campañas para que los ciudadanos conozcan a sus candidatos y si éstos los convencen puedan ir a votar por ellos el primer domingo de junio próximo.
Por lo pronto la promoción electoral habla de la elección de un nuevo poder judicial, pero cada vez que entre el posible electorado se habla del tema hemos escuchado que las motivaciones para ir a votar se derivan de malas experiencias en la integración de carpetas judiciales, en las investigaciones e impartición de justicia que se inician desde las procuradurías judiciales, o sea los ministerios públicos y las policías judiciales.
Por eso cuando vemos que en la estrategia del llamado al voto nos invitan a acudir a las urnas para ser partícipes en la conformación de un nuevo poder judicial surgen diversas preguntas ¿En verdad queríamos un nuevo poder judicial?, ¿En verdad los votantes saben diferenciar entre el trabajo de un juez, un magistrado de circuito o un ministro de la Suprema Corte de Justicia y el que realizan los titulares de las procuradurías tanto nacional como a nivel estatal o el de los llamados agentes del ministerio público o el de los elementos de las policías judiciales?.
Ora sí que como dicen los abogados, suponiendo sin conceder que algunos de los posibles sufragantes respondan positivamente a ambas preguntas, para ellos van otras preguntas ¿Era eso lo que se buscaba con la reforma al poder judicial?, qué no era mejor establecer mecanismos de control en áreas susceptibles de corrupción, qué no era mejor brindar mayor capacitación a todos los integrantes del poder judicial y con la experiencia de sus integrantes fortalecer la expedición de la justicia, qué no era mucho mejor hacer una revisión interinstitucional y con la idea de académicos, profesionistas y demás áreas de disciplinas sociales y jurídicas encontrar salidas a posibles trabucos administrativos y burocráticos que de alguna manera estaban entorpeciendo o alentando la impartición de justicia. Acaso no era mejor esa revisión para no desechar horas de conocimiento de las leyes y años de experiencia en el estudio y aplicación de nuestra constitución. Que conste, es mera reflexión ante la inminente e inédita jornada del 1° de junio.
LAS CARTAS HABLAN. - En la elección para la renovación del Poder judicial el electorado elegirá a los integrantes de la Suprema Corte, los tribunales electorales, el nuevo Tribunal de Disciplina Judicial, magistrados de circuito y jueces de distrito.
Con datos del Instituto Nacional Electoral (INE), más de 3 mil personas participarán como candidatas en este proceso y sus campañas tendrán una duración de 60 días.
En el caso de la SCJN, se renovarán nueve de los 11 puestos de ministros, cinco para mujeres y cuatro para hombres, de entre 64 aspirantes. También se elegirán cinco integrantes del nuevo Tribunal de Disciplina Judicial, dos personas para la Sala Superior del Tribunal Electoral, 15 para las salas regionales, 464 magistrados de circuito y 386 jueces de distrito.
Con un electorado de aproximadamente 100 millones, los votantes recibirán seis boletas diferenciadas por color, en un proceso con más de 84 mil casillas y 1,5 millones de funcionarios.
VA MI RESTO.- En total se habla de que el electorado votará para elegir 881 cargos federales, pero a esa cifra hay que sumarle los cargos a nivel local y con todo ese embrollo, donde la mayoría de los candidatos son completamente desconocidos en las esferas de los impartidores de justicia, es la hora que muchos ciudadanos aún no definen por quién votar en caso de que decidan acudir a las urnas, no obstante, que en sus primeras apariciones algunos de los que estarán en las boletas casi se asumen como los “Juan Camaney” de la justicia mexicana, y con esa definición es probable que muchos de ellos y ellas bailan tango, mascan chicle, pegan duro y hacen tururú, pero también es probable que las leyes no sean sus cartas fuertes, en fin, hasta ahí porque como veo doy.
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